Los expertos efectuales saben que la innovación no es un “hito” sino que, por el contrario, es un método, un proceso continuo y recurrente mucho más flexible, abierto y simultáneamente tremendamente aterrizado. Es una lógica, disciplina, que no es pura pasión, ni pura creatividad. No es ser visionario, sino ser pragmático. Es proceso y acción.
Los innovadores expertos no pierden energía intentando predecir las tendencias de transformación digital, IA, automatización o robotización, ni su impacto corporativo. Tampoco consideran esas tecnologías como simples herramientas destinadas a ejecutar el diseño de arrogantes masterminds confiados en sus capacidades analíticas superiores (Silberzahn).
Poco se preocupan y mucho se ocupan, colaborando con stakeholders internos y externos para abordar sus desafíos concretos de innovación; generando, de paso, profundos cambios de paradigmas en las empresas y creando -en vez de intentar descubrir- oportunidades, que paradojalmente son a la vez humildes y novedosas; y que les permiten instalar una espiral organizacional extremadamente virtuosa de acción y aprendizaje recursivos.
Desconfían profundamente de las “cápsulas innovadoras” con exceso de recursos, carencia de disciplina y business plans anclados en ambiciosos retornos esperados, a quienes se les encomienda la mesiánica misión de definir los proyectos de innovación e implementarlos, en una lógica de isla o de laboratorio aséptico, cool y lejano de las interacciones con molestos clientes e irritantes usuarios.
Los expertos efectuales saben que la innovación no es un “hito” sino que, por el contrario, es un método, un proceso continuo y recurrente mucho más flexible, abierto y simultáneamente tremendamente aterrizado. Es una lógica, disciplina, que no es pura pasión, ni pura creatividad. No es ser visionario, sino ser pragmático. Es proceso y acción.
Por eso es que la metodología Effectuation (Sarasvathy) cobra tanto sentido en estos tiempos, ya que parte por la propia identidad, los conocimientos y las redes personales, profesionales y corporativas, para ir revalorizando y re-significando los recursos que tenemos disponibles y desde ahí “lanzando” esta espiral de cambios; sin perder de vista en ningún momento lo que podemos -y estamos dispuestos- a arriesgar y a perder.
Esta disciplina se puede aplicar muy concretamente para transitar con éxito muchas de las actuales transformaciones o mejor aún, salir jugando de las contingencias que nos caen encima por la incertidumbre; y así superar la insana ansiedad que viene generando esta idea de la inminencia del cambio en todos los ámbitos; mal que afecta e incluso desarma a la alta administración de las empresas más exitosas.
La propuesta es entonces abordar la incertidumbre desde los cinco principios que propone el método: la toma decisiones se realiza a partir de los recursos que tienes disponibles; definir el riesgo que se puede asumir; buscar aliados y socios; capitalizar los contratiempos; y privilegiar el control y desconfiar profundamente de la predicción.
Con ello estaremos optando por una lógica efectual, que como subproductos nos permitirá instalar una disciplina (y cultura) de innovación; nos abrirá a trabajar con una red interna y externa, dándonos pie a un esquema que nos permita a nivel de la empresa, abordar desde una mirada sistémica los necesarios cambios para construir continuamente un mejor futuro, creando nuevos productos y servicios, nuevas organizaciones o incluso nuevos mercados.
Gonzalo Jiménez, DBA Liverpool University, profesor Ingeniería PUC y CEO Proteus
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