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Foto del escritorVital Comunicaciones

[DF] “Nunca fui de cocinar mucho, pero la pandemia me obligó a experimentar y me gustó”

Le gusta la buena mesa, pero la cocina y él nunca se llevaron bien. Y entonces llegó la pandemia. Alejandro Kunstmann, gerente comercial y miembro de la segunda generación familiar de la Cervecería Kunstmann, cuenta que durante el confinamiento, al verse tanto tiempo encerrado en casa, decidió experimentar. Pero no lo hizo solo. Recurrió a la ayuda de un robot de cocina, de esos que son tendencia en Europa desde hace algunos años.



Se refiere a este artefacto como “maravilla tecnológica” y con él probó muchas recetas en los meses más complejos. “Fue parte de mi escape”, dice desde Valdivia, donde está la sede de la empresa que fundó su padre, Armin Kunstmann, y de la que poco a poco va tomando las riendas.



El plato de su vida

Para Kunstmann, todo lo entrañable a la hora de pensar en comida está asociado a celebraciones y recuerdos. El asado al palo, específicamente el cordero, es su favorito, y no sólo por su sabor, sino porque comerlo es signo de fiesta, de acogida, de compartir y eso le gusta. Su postre preferido es el apfelstrudel o strudel de manzana, una preparación tradicional de la cocina austriaca y del sur de Alemania, que es como una empanada rellena de manzana. Pese a que no suele pasar mucho tiempo en la cocina, sabe prepararla, y dice que como mejor queda es con manzana limona, una variedad introducida a la zona sur de Chile por los colonos europeos. Pero hay algo más simple que lo traslada a su infancia y que no requiere preparación, sino naturaleza: las ciruelas. “Es algo que se da mucho en los bosques y jardines del sur. Crecí con ellas, y su olor y sabor es un recuerdo súper nítido que tengo de esa época”, rememora.

“[la ciruela] Es algo que se da mucho en los bosques y jardines del sur. Crecí con ellas, y su olor y sabor es un recuerdo súper nítido que tengo de esa época”,


Con quién compartiría

En su infancia, cuando en casa hacían cazuela y se juntaba toda la familia a comer y compartir, le llamaba mucho la atención algo que hacía su abuelo materno, descendiente de españoles: se tomaba la sopa y se comía las verduras, pero la carne la sacaba, la ponía en otro plato, le rociaba aceite y le añadía bastante sal. Y así se la comía, sin guarnición y al final. “Elegiría eso para compartir con mi abuelo. Según me contó años después, es una costumbre muy española, y la verdad es que yo también la adopté porque la carne así es exquisita”, cuenta. Lo que haría con él, en esa mesa hipotética, sería simplemente recordar: “Ir a pescar a algunos lagos precordilleranos en la zona sur, cerca de la frontera con Argentina, era un panorama fijo con mi abuelo. Sólo le pediría que recordáramos esa época, hablar de lo bien que lo pasábamos”.



Sabores del mundo

Por su trabajo y por sus raíces, Kunstmann viaja con frecuencia a Alemania, donde la carne de cerdo está en el centro de las tradiciones gastronómicas. En cada oportunidad, comer pernil es obligatorio para él. “La manera en que lo preparan en algunas ciudades del sur es mi debilidad. Es algo simple, pero se necesita mucho conocimiento y técnica para hacerlo bien: a la brasa, con una cocción muy lenta. Elegir un buen trozo también es súper importante, para que se genere una especie de cáscara muy crujiente, pero que al mismo tiempo la pieza quede jugosa por dentro”, detalla.

Qué sí y qué no

Kunstmann come de todo, pero también se cuida. Cuenta que en los desayunos suele incluir mucha fibra y frutas. Con los almuerzos es flexible. Pero en la cena sí tiene una norma: comer liviano. Cuando se junta con su familia a compartir la once, trata de comer la menor cantidad de pan; a veces ni lo prueba. Y trata de apegarse siempre a una norma que se impuso él mismo: siempre mezclar algo de proteína con verduras. “Un buen trozo de salmón con verduras, por ejemplo, es un clásico para la noche”, dice.

En la cocina

“La verdad es que nunca fui de cocinar mucho, pero la pandemia me obligó a experimentar y me gustó”, confiesa el ejecutivo. Con un robot de cocina que tiene 22 funciones y técnicas culinarias entre las que resaltan la cocción lenta, la alta temperatura, la fermentación y hasta el método sous-vide, preparó desde arroz con leche hasta pastel de papas. Dice que nunca se imaginó que cocinar así iba a ser tan fácil. “Hice cosas súper simples, pero que hace años no comía. Fue increíble”, cuenta.

Otro pasatiempo que tuvo durante el confinamiento fue la parrilla. Eso sí es algo que frecuenta, pero ahora se tomó el tiempo de experimentar con algunos cortes nuevos y con vegetales: “Me encantan las cebollas y las zanahorias a la parrilla. Complementar eso o cualquier vegetal con una buena carne es algo que siempre me ha gustado, y más si lo hago yo”.

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